Recuerdo vivamente a Don Juan Vaccaro, con su traje gris, caminando por el interior del templo de la parroquia Nuestra Señora de los Dolores. Don Juan es el creador de la Rosa de los Vientos que adorna el centro de la plaza, una magnífica obra admirada tanto por escolares atentos como por adultos memoriosos.
Don Juan fue un gran padre de familia. Llegó de Italia muy joven con su esposa, y juntos tuvieron tres hijas hermosas, todas muy bellas y solidarias. A lo largo de su vida, Don Juan se destacó como un artista del trabajo en mármol, una tarea nada fácil de realizar. Sus notables obras adornan varios sitios, pero una de las más recordadas es su aporte al altar del templo católico.
Creó un hermoso comulgatorio de mármol blanco, donde recibí el sacramento de la confirmación en la fe. Allí, los sacerdotes realizaban comuniones, bautismos y casamientos. Aquellos mármoles fríos y bellos parecían hablar en sus silencios.
Don Juan era un hombre muy elegante, más bien alto, de pocas palabras pero muy culto. Sabía que creaba arte y fe, y fue un personaje ilustre de nuestra ciudad. Transmitía seguridad y paz. Rescato en este retrato escrito su figura, pues tuve el honor de conocerlo cuando era niño. Así lo recuerdo, como un noble italiano que tanto brindó su talento para engrandecer este pueblo, esta ciudad llamada Pan de Azúcar.
Gracias a su familia, Don Juan Vaccaro fue un caballero con todas las letras.
Roberto Villalba Llamosa
Texto original curado y reescrito por Mónica G. Bueno Imagen descriptiva creada por BloggerPrise.