En mi juventud, la radio era una compañera inseparable. Las emisoras más populares eran Radio Carve, Radio Sarandí, Radio Espectador y Radio Montecarlo. Pasaba horas escuchando los radioteatros, donde brillaban actores como Julio Alassio, Blanca Burgueño, y Julio César Armi con su icónico Martín Aquino.
Las tardes se llenaban de voces inolvidables: Vicente Dumas Sotolani y Rubén Castillo en Radio Sarandí con su «Discódromo», y la música sinfónica del SODRE en el Campo de Fabini. Por las mañanas, Juan Edmundo Miler presentaba su programa rural, y Nelson Magdalena nos deleitaba con su «Minuto de Poesía» en Radio Carve.
Recuerdo con cariño «El tren de la noche» en Montecarlo y, en mi niñez, las actuaciones de Luis Sandrini y Niní Marshall en las radios argentinas. Aquella era una etapa hermosa de la vida, donde aprendimos sobre cultura y arte a través de la radio.
También disfrutaba de las transmisiones de fútbol con las voces inconfundibles de Carlos Solé, H. Pinto y los hermanos Fe Féo por la emisora «La Voz del Aire». Fue una época dorada donde la radio era la ventana al mundo.
Hoy, la comunicación ha cambiado mucho. Internet, los celulares y las computadoras nos informan al instante y son herramientas indispensables para el trabajo y la recopilación de información. Vivimos en un presente maravilloso en términos de tecnología. Sin embargo, es una pena que la humanidad aún no haya alcanzado la paz y la armonía entre las personas y los pueblos. Esperamos que algún día eso llegue.
Roberto Villalba Llamosa
Texto original curado y reescrito por Mónica G. Bueno Imagen descriptiva creada por BloggerPrise.