Allá en lo recóndito del alma
Hay siempre un niño
Que recorre los patios de su infancia
Y aspira las flores que ha perdido.
Cuando siente que muere
-porque golpea la vida a sus hijos-
Retornar quisiera
Al vientre de la madre
Buscando escapar del aciago frío.
Se arrebuja en el calor
Del propio cuerpo
Como el feto lo haría en su nicho.
Llora como el día que naciera
Y recurre a la madre
En sus gemidos
¿Es total la madurez humana
O es real la verdad
Del hombre-niño?
¿El silbido del viento trae recuerdos
O es el hombre que los lleva consigo?
Viajeros hemos de ser en el espacio
Que poblamos de gritos cual cautivos
La redoma del eco nunca muere
Se suspende aterida… Es infinito…
Aida Acosta Schiavonne
Dedicado muy especialmente a Roberto Villalba,
joven escritor pandeazuquense.
Publicado en Revista Letras Nº 6 1996 – 1997