Quiero rendir homenaje a la Dra. Teresa Colistro, una química y bióloga cuyo talento y cualidades humanas no pueden ser olvidados por el pueblo. La conocí gracias a mi madre, quien fue su amiga y paciente. Ante cualquier duda, mi madre recurría a Teresa Colistro, que era como parte de la familia.
Siempre afable, alegre y atenta con todos, Teresa recibía a cualquiera que golpeara su puerta por necesidades. Ella sacaba de lo que tenía o gestionaba para solucionar el problema. Era un alma de caridad, un corazón que no esperaba más que un «gracias» para sentirse contenta. Benefactora, servicial, amiga en las horas difíciles, los más desposeídos siempre fueron su preocupación.
Tenía su bandera política, pero nunca buscó protagonismo. Poseía un gran talento y una gran inteligencia. La imagino en la puerta de la farmacia Pan de Azúcar, charlando con Arturo Llanes. Yo le vendía pastillas de menta en el kiosco de la ONDA, donde trabajé varios años. Fue hermoso poder charlar con Teresa sobre todos los temas: culturales, de libros, de política, siempre con respeto hacia otras ideas.
Siempre me traía una sorpresa: una nota periodística, nombres de vecinos del pueblo, etc. Su último acto y despedida fue cuando, estando yo en la biblioteca, me envió un sobre a través de Alejandra. Dentro, encontré un poemario de Blanca Luz Brum. «A ti que escribes», me puso, «te mando esta reliquia, pues ya me quedaré a vivir en Montevideo. Abrazo, Teresa Colistro.»
Este homenaje no solo es para Teresa Colistro, sino también para mi madre, por quien tuve el honor de conocer a esta ilustre hija de Pan de Azúcar. Teresa Colistro, química y docente, siempre estará en nuestros corazones.
Roberto Villalba Llamosa
Texto original curado y reescrito por Mónica G. Bueno Imagen descriptiva creada por BloggerPrise.