La necesidad de incentivar la producción nacional, y favorecer el desarrollo industrial, determinó que en el ultimo cuarto de siglo XIX, al amparo de leyes proteccionistas promulgadas al respecto, surgieran proyectos pioneros para la instalación de fábricas de tejidos e hilados en nuestro país.
Es entonces que en 1875, cuando Pan de Azúcar transitaba el primer año de su fundación, un decreto del Poder Ejecutivo, facilitaba y promovía, la concreción de iniciativas que reunieran las condiciones indispensables, para la creación de industrias dedicadas a la fabricación textil.
Estas iniciativas, pese a las buenas intenciones de gobernantes e inversores, no tuvieron efecto en el corto plazo, ya que los condicionamientos económicos tanto internos como externos, enlentecieron la concreción y desarrollo de las mismas.
En el año 1887 Pan de Azúcar recibía, con el regocijo de sus pobladores, el tan postergado reconocimiento como pueblo oficial, pero no eran ellos los únicos con motivos de alegría. La industria manufacturera y en especial la textil asistía esperanzadamente a la creación del Banco Nacional, fundado con capitales privados anglo-argentinos, con el propósito entre otros cometidos, de ofrecer amplias lineas de crédito para otorgar, finalmente, las facilidades tan anheladas para la consolidación de la industria uruguaya. En tal sentido para complementar y fortalecer estas medidas, se crearon Leyes de Aduana.
Estas permitían la exoneración impositiva para la importación de maquinarias e insumos necesarios para la industrialización de la rama textil. A su vez, brindaban protección mediante la suba de aranceles contra la importación de productos que compitieran con los generados en el país.
El Banco Nacional, una institución con dos líneas de acción específicas: La comercial y de habilitación, y la Hipotecaria, luego de sobrellevar durante 2 años una profunda crisis financiera, dio quiebra definitivamente en el año 1892, manteniéndose activa solo su sección hipotecaria. Esta finalmente se constituyó por separado en un nuevo banco.
En atención a que las necesidades y los motivos que llevaron a la fundación del Banco Nacional se mantenían, surgió en el año 1896, la creación del Banco de la República Oriental del Uruguay.
La carta orgánica de esta nueva institución permitía la participación por mitades de capitales privados con el Estado. Lo cierto es que, por distintas razones esto nunca se concretó y en los hechos, operó como un banco Estatal.
Con el paso de los años, y dando cumplimiento con parte de las condicionantes de su génesis, se creó una sucursal en Pan de Azúcar. Esta se instaló en sus inicios en la calle Gra. Leonardo Olivera entre Rincón e Ituzaingó, frente al edificio de Tejar S.A. Posteriormente se trasladaría a su actual emplazamiento, en la intersección de las calles Felix de Lizarza y Gral. Artigas.
A grandes rasgos, este era el escenario donde surgía el impulso para el ordenamiento y el desarrollo de la industria textil de hilados y tejidos de nuestro país.
Obviamente, con el transcurso del tiempo y con el objetivo de estimular su crecimiento y nivelar la balanza comercial, fueron creándose nuevas medidas regulatorias para ese sector. La ley 10.000 de contralor de exportaciones e importaciones del año 1941, fue la que potenció en forma relevante esas medidas, propiciando además, un crecimiento sostenido de la industria textil, hasta la primera mitad de la década del 50.
En este resumido contexto, en la entonces villa de Pan de Azúcar, surgen emprendimientos verdaderamente transformadores, del ámbito cultural, industrial, financiero y deportivo, destacándose particularmente el año 1945 donde se fundó el Liceo, La Caja Popular y Tejar S.R.L.
Posteriormente, en el año 1947 nace Albion Basketball Club, en otro orden en el mismo año se logra la oficialización del Liceo.
Sin lugar a dudas, en esta década de los 40 hubo muchas actividades e iniciativas importantes para la vida de Pan de Azúcar, pero en esta oportunidad el objetivo es referirnos concretamente a la Industria Textil. En consecuencia, lo hacemos destacando a Tejar S.R.L, cuya creación se realizó al influjo de capitales locales.
Esta industria es vendida en 1948 a la firma Tejar S.A. que adquiere su activo y pasivo para continuar sus negocios.
Tejar comenzó sus actividades con un régimen laboral de 8 horas diarias. En sus inicios, la producción se llevaba a cabo con telares manuales, una devanadora, y dos máquinas de coser eléctricas; posteriormente se integraron telares automáticos que, como es fácil suponer, no solo permitieron dar mayor celeridad al cumplimiento con la demanda creciente, sino que, además, estos nuevos instrumentos significaron un desarrollo cualitativo de enorme relevancia para los intereses productivos y comerciales de la empresa.
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Revista Letras, Edición 10º 2014-2017
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